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La accesibilidad en los cines, un tema aún discriminativo y excluyente

La accesibilidad universal en España es, en teoría, clara. El país es uno de los estados europeos con más normativas destinadas a proteger los derechos de las personas con discapacidad. Sin embargo, la realidad demuestra que aún estamos lejos de cumplirlas de manera efectiva. Contar con leyes y decretos que garantizan la accesibilidad no es sinónimo de que se apliquen correctamente y, en consecuencia, las personas con discapacidad continúan sufriendo discriminación.

En el caso de los cines, tanto España como las comunidades autónomas establecen obligaciones precisas: deben cumplir la normativa. Otra cuestión distinta es que ese cumplimiento resulte digno o adecuado para un colectivo con necesidades específicas.

Un cine en España debe:

  • Garantizar acceso y circulación accesible: entradas, pasillos, baños, salidas y vías de evacuación adaptadas para personas con movilidad reducida.

  • Disponer de butacas o plazas reservadas para personas con discapacidad —incluidas personas usuarias de silla de ruedas— en función del aforo.

  • Ofrecer servicios de accesibilidad audiovisual: subtitulado, audiodescripción o lengua de signos cuando la película o la sesión lo permita, y siempre bajo petición.

  • Evitar cualquier forma de discriminación por discapacidad: trato igualitario, sistemas de reserva adecuados, venta de entradas accesibles, acceso a servicios y facilidades para acompañantes.

  • Cumplir las obligaciones específicas en caso de tratarse de salas multiservicio o locales de ocio, según la normativa general de accesibilidad universal.

A pesar de todas estas obligaciones, la mayoría de los cines en España no están diseñados pensando realmente en este colectivo. Muchos cumplen formalmente con la obligación de disponer de plazas reservadas, pero las ubican en la primera fila o incluso delante de ella —la llamada “fila 0”—, y generalmente en los extremos. Esta ubicación, sencillamente, no garantiza la accesibilidad ni respeta las necesidades de una persona usuaria de silla de ruedas, que debe adoptar posturas forzadas o imposibles para poder ver la pantalla. Imaginarse a una persona tetrapléjica o con poca movilidad en su cabeza, ver una película.

El problema tampoco afecta únicamente a quienes tienen movilidad reducida. Las personas con discapacidad visual también encuentran grandes obstáculos, ya que son pocas las instalaciones que cumplen con la normativa que les corresponde. Esto provoca que muchas de ellas renuncien a acudir a las salas de cine.

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Accesibilidad real en los cines

Para que una persona con movilidad reducida disfrute de una experiencia digna, las plazas reservadas deben situarse, como mínimo, en la mitad de la sala o en filas superiores. Además, es esencial que no se limite a una única plaza aislada: muchas personas con discapacidad acuden acompañadas de familiares o amigos y no deben ser relegadas a un espacio reducido o separado del resto.

Estas plazas también deben estar ubicadas en zonas sin desniveles ni pendientes pronunciadas, otro aspecto que se incumple con frecuencia en las salas de cine actuales.


 
 
 

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